El sumo que no podí­a engordar

Resumen

Salvaje y rebelde, Jun arrastra sus quince años por las calles de Tokio, lejos de una familia de la que no quiere hablar.

Su encuentro con un maestro de Sumo, que ve un "gordo" en él a pesar de su físico escuálido, le conduce a la práctica del más misterioso arte marcial.
Con él, Jun descubre el insospechado mundo de la fuerza, de la inteligencia y de la aceptación de sí.¿Pero cómo alcanzar el zen cuando no se es más que dolor y violencia?
¿Cómo convertirse en sumo cuando no se puede engordar?

Del otro lado de las nubes, siempre hay un cielo...

Tras Milarepa, El señor Ibrahim y las flores del Corán, Oscar y Mamie Rose, El hijo de Noé, Eric-Emmanuel Schmitt prosigue su ciclo de lo invisible con este nuevo relato que une infancia y espiritualidad, conduciéndonos en esta ocasión al origen del budismo zen.

Críticas

Buddachannel - « EES, el filósofo parabólico »

¿Quién ese misterioso Shomintsu que "ve un gordo" en Jun, adolescente filiforme de 15 años, que sobrevive vendiendo a escondidas foto novelas? Tokyo es inmensa y sin embargo Shomintsu se cruza constantemente en el camino de Jun. Acaba confesándole que dirige una escuela de luchadores y le invita a presenciar un combate. Retraído sobre sus dolores de infancia, Jun va a descubrir que la práctica de este deporte que él consideraba ridículo es un camino hacia la sabiduría. Aprende a alejarse de sí mismo para conocerse mejor;  a abandonar el pasado para dar sentido al futuro. El adolescente furioso contra sí mismo, persuadido de no ser querido por nadie ni siquiera por ssu madre que es un ángel, se distanciará, a través de la concentración y la meditación, de sus emociones. La más misteriosa de las artes marciales lo inicia en la filosofía Zen y transforma poco a poco  "la alergia universal" en ... "ganas de VIVIR": el joven de 18 años sabe por fin que "del otro lado de las nubes, siempre hay un cielo".

Con El Sumo que no podía engordar, Eric-Emmanuel Schmitt añade el cuento del budismo zen al "ciclo de lo invisible" al que ya pertenecen Milarepa, El Señor Ibrahim y las flores del Corán, Osar y Mamie Rose y El Hijo de Noé, un nuevo relato que mezcla infancia y espiritualidad.***

ERIC-EMMANUEL SCHMITT, el filósofo parabólico."Del otro lado de las nubes, siempre hay un cielo." Este es el dicho zen que, en la última novela-parábola de Eric-Emmanuel Schmitt, el viejo Shomintsu se esfuerza por hacer entender al joven Jun, chaval de las calles de Tokyo cargado de odio hacia el mundo entero. Este lema de esperanza hubiese tenido su lugar en boca de el Señor Ibrahim, podría haber eclosionado entre "las flores del Corán" de su sabiduría sufí. También nos imaginamos que podría haber sido pronunciado por Mamie Rose, durante sus conversaciones en el hospital con el pequeño Oscar. O incluso por el sacerdote salvador de judíos de El hijo de Noé, enseñando los principios del judaísmo a sus jóvenes protegidos. Milarepa, el gran místico tibetano cuya historia forma parte de este mismo "ciclo de lo invisible" del novelista, lo podría haber formulado también, después de atravesar las nubes de su deseo de venganza. Porque todos estos relatos simples y profundos a la vez que Eric-Emmanuel Schmitt nos regala de año en año no tienen en realidad más que un sólo objetivo: hacernos tocar con la punta de los dedos la posibilidad de un "cielo". Un cielo, sí, no una quimera superticiosa manipulada por este o aquel, sino simplemente un "más allá" de lo visible y razonable, un espacio que no fuese totalmente controlable por el hombre, pero en el que el hombre pudiese construirse interiormente. Esto puede parecer bien poco filosófico, en el sentido académico del término. Pero precísamente, nuestro catedrático de filosofía reivindica la necesidad de realizar el duelo de un cierto espíritu deductivo, incapaz de hacernos vivir - lo que se dice vivir- y por lo tanto generador de angustia.

En el último número de la revista PHILO MAGAZINE, Eric-Emmanuel Schmitt precisa claramente : "Me he alejado progresivamente de lo absurdo, para unirme al misterio, la idea de que un sentido puede desplegarse y del que no soy necesariamente el productor. Reanudando con la idea de que aquello que no abarco no es necesariamente un contrasentido, he sustituido la angustia por la confianza, que es para mí la versión laica de la fe." Aquí tenemos la palabra esencial: confianza, esa especie de apuesta serena por lo desconocido que es lo único que puede hacernos vislumbrar lo nuevo, la vivo, lo no condicionado. Ahí se sitúa la razón profunda de esa fascinación por Jesús que admite el que no duda hoy en definirse como "agnóstico, puntualiza, porque no sé si Dios existe. Yo creo que sí, pero esta creencia no engendra ningún saber. Cristiano porque encuentro en los Evangelios unos recursos éticos y espirituales inagotables [...] en los que el amor se promueve de manera incondicional y no condicionada". En la misma revista en la que se entrevista con el filósofo musulmán Abdennour Bidar, Eric-Emmanuel Schmitt describe de esta manera su evolución: "He nacido y crecido en un mundo ateo, en el rechazo, que creía definitivo de la religión. [...] Y después empecé ha experimentar poco a poco un sentimiento de agotamiento con respecto a la racionalidad, que no era capaz de responder a mis preguntas. Opté por abrirme a experiencias no racionales: experiencias artísticas, místicas, confrontaciones con los textos sagrados." Es así como el filósofo se convierte en escritor, y es así como el escritor se ha convertido en "mitófago", tejiendo de nuevo incansablemente, con una creatividad pasmosa, los hilos de las fábulas iniciadoras. Este "narrador camaleónico", como se le ha podido llamar, sabe hablarnos de las cosas esenciales de la vida adoptando las máscaras más atrevidas: las de los héroes de siempre ( de Don Juan a Fausto pasando por Ulises), las de los genios de la historia (de Diderot a Freud pasando por Mozart) e incluso las de los antihéroes más repelentes (de Poncio Pilatos a Hitler) con los que se divierte imaginando- caso de escuela que busca hacernos reflexionar sobre el mal- la utópica salvación. El joven Jun de esta última novela también merecería el título de antihéroe, porque, francamente, este mal bicho de quince años nada tiene que ver ni con Oscar ni con Momo. Vulgar, egoísta, furioso, tendrá que caer en lo más bajo antes de poder escuchar al anciano que primero tomó por loco y que le repetía incansablemente, a él, vagabundo raquítico: "veo a un gordo en tí." Para convertir a este canalla de la peor especie en un delicado adepto al zen, hacía falta llamarse por lo menos Eric-Emmanuel Schmitt, alias Shomintsu el viejo sabio.

Fuente: L'Homme en question, número 23

Santé yoga - « Sumo »

... el texto simple y profundo, nos hace acariciar la confianza, esa especie de apuesta serena por lo desconocido, lo único capaz de hacernos apercibir algo nuevo, vivo, no condicionado.

Direct soir - « Poco a poco, el adolescente engorda »

... Un cuento moderno que aborda el budismo zen con sensibilidad y humor.

Le Figaro Magazine - « El sumo que no podà­a engordar »

... Simplicidad, humor y humanidad.

Isabelle Courty

Virgin - « Enorme »

... Un relato ligero en apariencia pero lleno de sabiduría. En Eric-Emmanuel Schmitt nunca nada es gratuito. Su pluma aparéntemente simple y límpida es la mensajera de una filosofía de la vida. Escasos son los escritores que logran alcanzar dos objetivos: entretener y nutrir a los lectores.

Le Pèlerin - « ¿Cómo convertirse en Sumo ? »

... Todo el talento del autor, su capacidad para llevar de la mano al lector para caminar junto a él se encuentran en este bello texto. Nunca solemne, siempre profundo, esta novela continúa el ciclo de lo invisible. No tengan miedo, la lectura de esta novela no les hará engordar, solo crecer.

Catherine Lallanne

L'Hebdo (Suisse) - « Schmitt contra Coelho, las fábulas de los gurús. »

...Filósofo que se hizo escritor, ateo que se hizo místico, Eric-Emmanuel Schmitt se convierte ahora en "mítico", visitando de nuevo con una gran belleza creativa las fábulas fundadoras de nuestra cultura, de Don Juan a Hamlet, pasando por Freud o Jesús. En su género, su Sumo es, con sus escasas 100 páginas, perfecto.

Coelho se podría haber inspirado de esta concisión, en vez de repetir evidencias que moralizan a grandes trazos ahí donde Schmitt sugiere con un golpe de pluma zen. Inútil precisar que Coelho ya está anunciado en Cannes, donde se meterá en la boca del lobo para promocionar su libro.

Isabelle Falconnier

Le Matin (Suisse) - « La novela japonesa de Eric-Emmanuel Schmitt »

El nuevo libro de Eric-Emmanuel Schmitt es simplemente una pequeña obra de arte. Breve, poético, escrito con una increible vitalidad, "El sumo que no podía engordar" pondrá sin lugar a dudas a todos de acuerdo, tanto a los admiradores del autor como a sus detractores.... esta nueva novela resuena con una fuerza clara y acicalada - como una fuente de agua fresca en un jardin japonés.

Es difícil decir más sin sin romper el misterio. Digamos solamente que a través de este nuevo opus, Eric-Emmanuel Schmitt vuele al relato filosófico, recordándonos  sus anteriores obras tales como "Oscar y Mamie rose" o "El señor Ibrahim y las flores del Corán".  Mezcla, a golpe de reflexiones dulces o abruptas, la infancia y la espiritualidad, el peso del presente y el yugo del pasado, o incluso los sueños enterrados y los miedos paralizantes. Este relato de inspiración japonesa evoca de la mejor de las maneras el espíritu del budiso zen.

La escritura da pruebas también de una nueva madurez. Más denso, más neto, más cortante también, el estilo del escritor gana realmente en eficacia y en poesía.

El objeto es de tal belleza poética, entre toques de cinismo y arranques espirituales, que nos gustaría volverlo a leer en cuanto pasamos la última página.

Anne-Sylvie Sprenger

Le Républicain Lorrain - « Las parábolas del filósofo »

Después de su última obra Ulises from Bagdad, Eric-Emmanuel Schmitt vuelve con El sumo que no podía engordar, a esas novelas parabólicas de las que él sólo tiene el secreto y que ya han seducido a miles de lectores, como El señor Ibrahim y las flores del Corán o Oscar y Mamie Rose....

Una vez más, bajo la pluma de Eric-Emmanuel Schmitt, uno de esos relatos simples y profundos que nos hacen acariciar la posibilidad de un más allá invisible, de un más allá donde hechar raíces para vivir mejor y controlar la angustia natural en cada uno de nosotros.

Midi Libre - « Cuentos japoneses »

El sumo que no podía engordar es un bello cuento iniciático que se inscribe en el "ciclo de lo invisible" (El señor Ibrahim y las flores del Corán, Milarepa...). Descubrimos de qué manera la voluntad puede desactivar la fatalidad, la meditación triunfar sobre la fuerza, y el amor sobrepasar los miedos. El estilo depurado, límpido y divertido de Eric-Emmanuel Schmitt, ... se conjuga con el ambiente zen.

Con en tela de fondo una visión inquietante de Tokio, "ciudad de asfalto, de piedra, de hormigón cuyos intercambiadores de carreteras se apilaban y enrroscaban como si fuesen lianas". El sumo que no podía engordar es un relato corto que gustará tanto a los padres como a los niños.

Jean-Marie Gavalda

Murmures (Suisse) - « ... su héroe, Jun, es un personaje entrañable »

... su héroe, Jun, es un personaje entrañable que descubre la filosofía zen a través de un deporte que le permite desarrollar su físico y su mente y sobreponerse a su dolorosa infancia. Con una intriga y unas palabras simples pero certeras, la lectura es como siempre con Schmitt muy agradable y las páginas se pasan solas, dejándonos con una sonrisa en los labios.

Quizás el único defecto de este libro es que se lee en menos de una hora, cuando nos gustaría que durase más.

Katia Margraf

Le Quotidien (Belgique) - « una vez más,... »

... una vez más, habrá quien diga que Schmitt es fácil, ligero. Una vez más, les responderá con modestia y sentido del humor: "la ligereza es una actitud filosófica".

S.B.

La Libre Belgique - « Un adolescente salvado por el sumo »

Las pocas secuencias de sumo que he visto por televisión me han dejado pasmado: esos cuerpos sobredimensionados, pesados, prácticamente desnudos, con un hilo entre las nalgas, que se estrechan y voltean, no gracias. Y todo esto en el país que nos ofrece, con los cerezos en flor, la ceremonia del té, el teatro No, lo que puede haber en el mundo de más refinado y exquisito.

Y resulta que Eric-Emmanuel Schmitt lo toma por tema de un relato cuyo título sugiere que se compadece de un chico que no logra engondar- feliz chaval, pensaba, cuando aquí tantos adolescentes son obesos. Abrí pues su último libro con curiosidad, y salí convencido y feliz.

[...] Este cuento es el quinto dentro de el "ciclo de lo invisible", que es a día de hoy uno de los mayores éxitos de Eric-Emmanuel Schmitt. Este doctor en filosofía, que es el dramaturgo francés más representado en el estranjero y cuya obra se ha traducido a cuarenta idiomas, ha encontardo la manera de aportale a todo un público algo que le separa de la desesperación.

[...] Los cuentos de este ciclo ( acordémonos también de "Milarepa" y "El hijo de Noé") embrujan de nuevo al mundo, pero sin repoblarlo de sirenas, elfos o enanos de jardín, sino haciendo prevalecer lo esencial sobre lo accesorio, el amor sobre el egoísmo, y la convicción - que creamos o no en Dios- que tenemos que trazar, por modesto que sea, un surco en la tierra.

Jacques Franck

Le Journal du Dimanche - « El sumo que no podà­a engordar »

Los caminos que toman los héroes de Eric-Emmanuel Schmitt [...] poseen una sabiduría a la que se añade el sentido del humor para recordarnos lo esencial. Y permite a este gigantesco atleta de las artes marciales invadir cien páginas a deslizar en el bolsillo.

Constance Poniatowski

Le Soir (Belgique) - « Etapa zen para EE Schmitt »

Con la tranquila fecundidad que lo caracteriza, Eric-Emmanuel Schmitt acaba de enriquecer su « Ciclo de lo invisible » con un nuevo movimiento, titulado "el sumo que no podía engordar", como se diría de forma musical, o con una quinta hoja, si se le compara con un políptico.

Oscar, el hijo de Noé y el joven amigo del señor Ibrahim tienen a partir de ahora un camarada nipón, Jun, adolescente perdido en una acera de Tokio que va a vivir también una extraordinaria aventura interior. "Al principio, no tenía la intención de hacer un ciclo, confiesa el autor. Esa idea me vino cuando, al publicarse Milarepa, alguien se creyó en la obligación de concluir que debía de ser un adepto al budismo tibetano por haber escrito un libro así. Me pareció entonces que para precisar mi pensamiento, desmontar toda sospecha de sectarismo, del que creo carecer por completo, y ser franco con el lector, debía abordar otras vías espirituales."

Algunos relatos magníficos siguieron, conquistaron a un inmenso público por todo el mundo, o bien a través del libro, o bien a través de la escena, gracias a algunos intérpretes de excepción ( para Mamie rose Darrieux, Bir, Duperey entre otras, y pronto Michèle Laroque en el largometrage al que está dando los últimos retoques Schmitt director de cine). El recién llegado sigue las pautas de sus predecesores: nos familiariza con el budismo zen a través de un adolescente rebelde, al que un maestro de sumo se empeña en ver un "gordo", es decir uno de esos atletas rechonchos y tomados, en el país del Sol Naciente donde la delgadez es habitual, por cánones de fuerza, sabiduría y belleza.

"Todos necesitamos que alguien nos diga quienes somos, que descubra lo que llevamos dentro. Me ocurrió cuando era muy joven, descubrieron en mí un talento que no conocía. Me hubiese gustado ser ser músico, fueron otros los que vieron a un escritor en mí, no me había dado cuenta. Esta revelación es uno de los orígenes del libro. El otro es naturalmente Japón, que descubrí cuando representaron allí mi obra "Variaciones Enigmáticas". La experiencia del jardin zen, la describo como la viví, realmente como un trance. Es uno de mis grandes momentos, aún reconociendo que soy una presa fácil para este tipo de efusión mística"

Sentimos algo parecido leyendo "El sumo que no podía engordar", compacto como un diamante, tenso como un arco, que alcanza, gracias a su última frase prodigiosa, especie de satori, el punto de harmonía que persigue el pensamiento zen. El Schmitt filósofo y también el Schmitt pedagogo a su manera, se emplean a fondo con la maestría de un artista oriental. De hecho es posible que ya se haya dicho, y con razón, que el libro es una especie de "Haiku novelesco".

Además, y a para gran sorpresa del autor, este "Sumo que no podía engordar" ha encontrado una singular utilidad: " recibo mensajes de agradecimiento de padres que regalan el libro a sus hijos anoréxicos. Negarse a  engordar, es negarse a crecer, a vivir al fin y al cabo. Yo, no sabía que había realizado el retrato mental de un anoréxico. Todo esto sólo demuestra una cosa: son los lectores los que dan un significado a lo que escribimos."

DE DECKER, JACQUES

L'Express - « La demostración del sumo »

Una historia simple, un final feliz y mucho humanismo... esta combinación tan del gusto de Eric-Emmanuel Schmitt sigue seduciendo.

¿Por qué gusta Schmitt? Su último relato se colado, como los anteriores, entre las mejores ventas, y va deambular por las librerías antes de que, sin duda, un actor en busca de monólogo lo lleve a escena. Tras El señor Ibraim y las flores del Corán, Oscar y Mamie rose u Odette Toulemonde, el alpinista del éxito es, esta vez, un japonés de 15 años, vendedor ambulante fichado por un maestro de sumo que a pesar de su delgadez le espeta: "veo un gordo en tí". Hará de él un luchador metido en carnes y sobre todo un hombre, un discípulo, un sabio. Y la revelación final completará el retrato de familia al igual que las nubes coronan el Fuji-Yama.

Los secretos de Eric-Emmanuel Schmitt están ahí: un final feliz, tiempo para meditar, una historia simple, tejida con un encuentro y revistida de filosofía humanista, del sufismo al zen; el misterio de una cultura extraña y extranjera, que desvela lentamente sus tesoros entre dos baratijas; al final y sobre todo, un trozo de infancia que no puede perder su inocencia, cuyos tormentos nos narra el autor, antes del apacible duelo. Notas delicadas, y a veces empalagosas, que no puede permitirse en el teatro, reino de las fragancias fuertes.

Christophe Barbier

Le Point - « « Schmittmania » »

Éxito. Es un objeto delgado de unas cien páginas, que cuesta sólo 10 euros: bajo el aspecto de un relato largo se nos ofrece cuento filosófico de alcance universal . Eric-Emmanuel Schmitt, dramaturgo representado de Paris a Berlin pasando por Nueva York, novelista de éxito e incluso director de cine, ha iniciado un ciclo sobre las religiones.

"Milarepa" evocaba el budismo; "El Señor Ibrahim y las flores del Corán", el sufismo; "Oscar y Mamie Rose", el cristianismo; "El hijo de Noé", el judaísmo; "El sumo que no podía engordar", resume la esencia del budismo zen, con la aventura de Jun, niño salvaje de las calles de Tokio, alejado de los suyos, reacio al contacto con los demás.

Un maestro de sumo le enseña poco a poco a aceptarse y a estar en paz consigo mismo; un amor nace, a pesar de los pesares, una vocacion aparece. Schmitt, profesor de filosofía, que posee el talento de la vulgarización, cuenta, explica, encanta. Es a la vez simple, complejo, límpido, conmovedor. Y cada uno puede reconocerse. Resumiendo, aplaudimos la hazaña y pedimos más.

Gilles Pudlowski

L'écho - « ¡Menudo libro zen ! »

102 páginas llenas de ligereza. Había que dar con la idea. Un adolescente de las calles de Tokyo se deja sermonear por un maestro de sumo. Lo que ve en este chaval escuálido: a un gordo. El joven incrédulo se deja convencer para frecuentar una escuela de artes marciales. El que no cree en sí mismo, de hecho no cree en nada, se descubrirá a sí mismo, comprenderá poco a poco que es dueño de su destino. Schmitt apuesta por el minimalismo, no hay una linea, una palabra de más en esta novela. Y sin embargo que riqueza, que placer al leerla. Es una lección de escritura, es puro placer.
No hay que perderse el final, es impresionante...

B.A.

Publicaciones

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  • En georgiano, publicado por Bakur Sulakauri
  • En italiano, publicado por e/o
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  • En noruego, publicado por Pantagruel Verlag
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  • En vietnamita, publicado por Nha Nam