Resumen

En el pabellón de caza del barón de Holbach, Diderot posa semi-desnudo para la  Sra Therbouche cuando su secretario interrumpe sus juegos amorosospara pedirle que escriba rápidamente el artículo sobre la moral de la Enciclopedia. Un día loco empieza para Denis Diderot constantemente molestado en sus empresas, sean de seducción o de filosofía ...

Comentarios del autor

« Es la más alegre de mis obras. »

Es la más alegre de mis obras. Una obra escrita en primavera, para la primavera, con un sentimiento muy fuerte de renuevo, de energía vital. Aparentemente la más ligera, se nutre del trabajo más prolongado. Su personaje principal, Diderot, es una de mis pasiones de juventud y el objeto de mis estudios universitarios. Lo he leído, releído, despedazado, analizado ; he estudiado los trabajos que le han dedicado ; tras varios años, tuve una visión personal que expuse en mi tesis defendida en 1987.Ya en aquella época, acabando el doctorado, me juré dedicarle una obra, algún día, a ese personaje extraordinario. Quería devolverle su cuerpo, su locura, su vivacidad, mostrar de qué manera era libre, libre de cambiar de opinión, libre de contradecirse, libre de empezar de cero, pensando siempre pero siempre inseguro. La posteridad, que nunca ha conseguido entenderlo y que sin embargo ha sido incapaz de eliminarlo, ha querido fijarlo en el papel de pensador científico o en un busto de precursor del materialismo. Sin embargo, Diderot no se deja encerrar en bronce. Con Lucrecio, Montaigne, forma parte de los caballeros de lo incierto, los que saben que pensar no es conocer.Una teoría no es más que una ficción, la filosofía forma parte e la literatura. Explicar el mundo consiste en formular hipótesis, aventurar analogías, tener ataques de genialidad que no están tan lejos de los ataques de locura, significa tomar riesgos.El filósofo tiene que admitir que no propone jamás nada indudable; la verdad es un objetivo, pero un objetivoque no se alcanza jamás, como el horizonte que retrocede a medida que se avanza. Los Lucrecio, montaigne, Diderot dicen a la vez la fragilidad constitutiva de todo pensamiento y la necesidad de seguir pensando a pesar de todo. El Libertino parte de una anécdota real: la sesión de pintura que reúne a Diderot y a madame Therbouche. Esta le pidió que se desvistiera totalmente; Diderot lo hizo, pero como la dama era bella, los pensamientos de Diderot comenzaron a despuntar en su entrepierna. La dama pegó un grito, medio asustada, medio encantada, y Diderot tuvo este comentario :" No se preocupe, soy menos duro que él."Me gustó esta inversión de situaciones y de valores, el hombre objeto y la mujer sujeto, la filosofía posando para la pintura sin caer en las imágenes habituales de "vanidades" -cráneo, libro, reloj de arena, meditación de un viejo cercano a la muerte bajo la ténue luz de una vela- Trasplanté los problemas de la Enciclopedia que ocuparon a Diderot durante 20 años.Los lectores bienpensantes de la época se escandalizaron porque no había un artículo Virtud en el primer compendio enciclopédico del mundo. En mi obra, lo he sustituido por el artículo Moral más evocador a nuestros oídos de hoy, y he concentrado en las peripecias de su redacción las dificultades que vivió Diderot, a lo largo de su vida para escribir una moral firme y definitiva. Como tantos otros filósofos, Diderot ambicionaba redactar un tratado de moral; quizás sólo cogiese la pluma para ello; es así como lo muestro al principio de la obra. En el crepúsculo de su carrera, espués e numerosas tentativas, reconoció su fracaso, no había encontrado la moral; sólo había descubierto problemas morales en los que hay que profundizar, estudiar de uno en uno, y cuya solución siempre improvisada, siempre frágil, permanece discutible; es así como lo muestro al final de la obra.¿ Qué pasa mientras tanto ? Desde el punto de vista del individuo, Diderot afirma una moral permisiva y libertaria. Todo está permitido salvo lo que perjudica a uno mismo y a los demás. Ya no hay referentes divinos o religiosos a los que estarían enganchados nuestros comportamientos. De esta manera, para Diderot, las particularidades sexuales, del onanismo al intercambio de parejas, pasando por la homosexualidad, están autorizadas desde el momento que vienen de adultos. El matrimonio no debe lastrarse con un absurdo juramento de fidelidad ya que siendo el deseo diverso, plural, cambiante, sería contra natural restringirlo; el matrimonio no es un tratado de comportamiento, una camisola jurídico-religiosa sino un contrato de compromiso recíproco que concierne esencialmente a los bienes y a los hijos.  Todas las pulsiones, a condición que no sean destructivas, tiene derecho a manifestrase en la vida de un hombre o de una mujer. Está prohibido prohibir. Sin embargo, desde el punto de vista de la sociedad, Diderot vé las cosas de otra manera y reconduce una moral tradicional. El matrimonio sigue siendo necesario para la educación de los hijos, su porvenir jurídico, la transmisión de bienes. Diderot desea establecer fuertemente a su hija en la sociedad a través del marido que escoge para ella, se preocupa por que se interese demasiado por sus propios deseos, teme que sus caprichos le impidan encontrar un marido rico y respetado. resumiendo, pasando del indivíduo a la sociedad - o pasando de él mismo a sus hijos- , el libertario se convierte en burgués, el revolucionario sostiene un discurso reaccionario.Ciertamente, estas contradicciones son graciosas - forman parte de la comedia- pero son sobre todo humanas,¿ Quién no esta dividido entre el deseo y la ley? ¿ Entre lo que se autoriza de manera particular y se prohíbe en general?Diderot, esperando encontrar una moral, descubre dos, a menudo contradictorias. Lejos de un discurso único y sintético, cae bajo tensiones irreconciliables. Renuncia a escribir su tratado, demuestra u humildad: a partir de ahora trabajará, caso por caso, entre la duda y la deliberación.He complicado deliberadamente la situación desarrollando el personaje de madame Therbouche, quien, si realmente fue pintora, también fue realmente una estafadora que engañó a Diderot. sin embargo, este, burlado, engañado, mitificado, no expresa ningún enfado: para su propia sorpresa, está seducido.¿ Por qué? Porque un crímen bello, es un gesto bello, es casi una obra de arte. "Nerón era un artista cuando se ofrecía el espectáculo de Roma devorada por las llamas." Diderot aquí huele el azufre y se acerca a Baudelaire. Cree expulsar el Bien, perseguir el Mal, pero en realidad persigue lo Bello, lo Bello en todas sus formas y estados, incluído lo Bello inmoral. "La seducción de un bello crímen..." Moral de lo Bello, mral de esteta, pulverización del Bien y del Mal reemplazados por lo Bello y lo Feo, entonces final de la Moral. ¡Pobre Diderot!... Su moral del individuo se regulaba con lo Bueno y lo Malo, su moral social con el Bien y el Mal, y su moral implícita y fundadora con lo Bello y lo Feo. El problema era todavía más complejo que lo que se había confesado a sí mismo... Si El Libertino tiene la apariencia de un vodevil, es sobre todo un vodevil filosófico. Las mujeres que entran y salen, las mujeres que hay que esconder en las alcobas son ciertamente personas, pero también ideas.Todas inteligentes; todas seductoras; hacen girar la cabeza al filósofo. La escena es un lugar objetivo-el taller de Diderot- pero también lo es el espacio mental del personaje. Su geografía también es filosófica. Diderot en El Libertino como Freud en El Visitante, vive una meditación despierta, un sueño dirán algunos, una pesadilla dirán otros, en todo caso un momento totalmente interior, aunque las puertas se cierren de golpe, aunque, como he podido ver en múltiples representaciones a través del mundo, la representación ofrezca primero un momento de seducción, de carne, de seda, de elegancia y voluptuosidad.

Roma, Italia, 4 de julio de 2000. Eric-Emmanuel Schmitt 

Críticas

Italianotizie (Italie) - « Il libertino en Catania »

El patrón Gianni Salvo nos ha dado muestras, una vez más, de su ingenio y habilidad para elegir textos siempre de primera calidad, que caracterizan "su" teatro, el Piccolo Teatro de Catania: esta vez ha decidido poner en escena un texto de un joven autor francés, Eric-Emmanuel Schmitt, traducido por Luca Barcellona, "El Libertino", una comedia llena de ironía y ligereza que alguien ha definido un "vaudeville filosófico".Primero damos la enhorabuena al joven director Nicola Alberto Orofino, que ya hemos visto y aplaudido en el mismo teatro en calidad de actor, que ha acogido este desafío, para nosotros muy difícil sobre todo debido al asunto: un día de la vida de Diderot, uno de los mayores filósofos franceses. Hemos apreciado mucho, y el público ha compartido nuestro aplauso, su decisión de no hacer una pausa entre los actos para no perder el pathos creado. Antes de hablar de los protagonistas queremos hacer cumplidos una vez más, ya lo hemos hecho en otras ocasiones, a la escenógrafa Oriana Sessa que se ha imaginado un ambiente con un juego de objetos blancos y negros muy útiles para los diferentes momentos de la actuación, con todo detalle. Y ahora una verdadera ovación para el protagonista absoluto de la pièce, Fiorenzo Fiorito, que representa el papel de Diderot, obligado a enfrentarse a cuatro mujeres diferentes que le dan que pensar en los conceptos de moral y libertinaje: formidable en este papel muy difícil desde todos los puntos de vista, gestuales y recitados. Y junto a él damos la enhorabuena a la protagonista femenina Anna Passanisi, que desempeña el papel de una pintora seductora que se revela una taimada estafadora que utiliza su fascinación para engañar a Diderot, que ni la denunciará: ¡bravo! Un aplauso también para los otros personajes femeninos: Tiziana Bellassai en el papel de la esposa que antes hace una escena de celos y luego, con gran astucia, despierta en su marido la duda sobre su posible engaño; Luana Toscano en el papel de la hija del dueño de la casa, que, todavía inmadura, no es muy hábil los asuntos amorosos; y al final Egle Doria, en el papel de la hija de Diderot, que antes quiere cambiar su vida de una manera que trastorna a su padre, y después, gracias a sus consejos, se da cuenta de que está haciendo un error. Un aplauso también a Giuseppe Carbone, que con su cara ingenua, desempeña el papel del secretario pelmazo del filósofo. El espectáculo dura más de dos horas, llenas de reflexiones filosóficas y risas, y para nosotros representa lo que hoy tendría que hacer el teatro: educar con la sonrisa. Muchas gracias.Daniela Domenici 

El País - « La filosofía en el tocador (de señoras) »

UNA VERDADERA joya: una comedia inteligente, ligera y profunda, sensual y melancólica, divertidísima", escribí, hará un par de años, con motivo del estreno en La Abadía de El libertino, de Eric-Emmanuel Schmitt, estupendamente interpretada por Andrés Lima y Yolanda Ulloa en montaje de Joaquín Hinojosa. Su versión catalana, El llibertí, a cargo de Esteve Miralles y a las órdenes de Joan Lluís Bozzo (que firma aquí su mejor trabajo en mucho tiempo: clásico, fluido, detallista) acaba de inaugurar, en el Poliorama, la temporada barcelonesa. Precisamente en el teatro de la Rambla se dio a conocer el nombre de Schmitt, allá por 1995, con El visitant, puesta en escena por Rosa María Sardá. Siguieron luego en Madrid, que yo recuerde, Variaciones enigmáticas, montada por Gerardo Malla, uno de los últimos papeles de Jesús Puente, y, en 2005, una insólita cosecha de tres funciones: Pequeños crímenes conyugales, con Amparo Larrañaga (dirigida por Tamzin Townsend), Oscar o la felicidad de existir, con María Jesús Valdés (dirigida por Pérez de la Fuente) y El señor Ibrahim y las flores del Corán, que le valió a Juan Margallo el Premio Max al mejor actor. Le libertin, estrenada en el Théâtre Montparnasse en 1997, con Bernard Giraudeau y Christianne Cohendy, obtuvo un enorme éxito de público y crítica. Este vodevil filosófico, que Schmitt definió como "la más alegre de mis obras", nace de su pasión juvenil por Diderot, a quien dedicó su tesis universitaria. Sobre un escenario buscó, pues, devolverle "su carne, su pasión, su vivacidad; mostrar hasta qué punto era libre, libre de cambiar de parecer, de contradecirse, de empezar de cero una y otra vez". El libertino podría ser, perfectamente, un "cuento moral" de Rohmer. O un episodio de sus "comedias y proverbios", con un lema diáfano: "Penser n'est pas connaître". Dicho de otra manera: una teoría no es más que un ensayo de conocimiento, una ficción prisionera entre razón y deseo, presta a ser desmontada, agrandada o achicada por la inatrapable vida. La comedia surge de una anécdota real. Diderot, alojado en el pabellón de caza de su amigo el barón de Holbach, no logra definir el concepto de "moral" para la Enciclopedia. Tampoco avanza el retrato que quiere hacerle Madame Therbouche, porque la pintora quiere captar "un filósofo al desnudo y en reposo", y lo primero no lleva precisamente a lo segundo. A lo largo de esa folle journée vamos a ver al bueno de Diderot seducido y sacudido por cuatro mujeres, cuatro pruebas de fuego para su filosofía: Antoinette, la esposa, que, harta de cuernazos, siembra en él la duda de la infidelidad; Angelique, la hija, que quiere ser inseminada por Darceny, un tipo que, horror, tiene la misma edad que su padre; la señorita Holbach, cuyo juego (o juegos) no revelaremos aquí, ni muchísimo menos las secretas intenciones de Madame Therbouche, poseedora de un cerebro con más revueltas y cajoncitos ocultos que un secrétaire Luis XIV. Cuatro mujeres, nos dice Schmitt, "que entran y salen, que se esconden en las alcobas y tras los biombos; que son, desde luego, mujeres pero sobre todo ideas. Ideas inteligentes, seductoras, que atraen y desconciertan a Diderot".

Un Diderot que intenta asumir sus muchas contradicciones -aboga por el amor libre y antepone el deseo a la fidelidad, pero entiende el matrimonio como un contrato necesario para la educación de los hijos y la transmisión de bienes- y abraza alegremente su fracaso como una "ampliación de estudios", la base de una ética pragmática en la que no hay "moral" sino "problemas morales" a estudiar caso por caso. Libertario burgués más que libertino, sería un gran personaje brechtiano, un primo segundo de Galileo o del juez Azdak. Diderot es un soberbio, matizadísimo Ramón Madaula, rebosante de encanto, ingenuo y apasionado, cuya rotunda autoridad escénica parece fluir, sin esfuerzo aparente, de la esencial vulnerabilidad del personaje. Laura Conejero insufla la precisa combinación de voluptuosidad y vitriolo a Madame Therbouche, una depredadora de Sade o Choderlos de Laclos irrumpiendo en un boudoir de Sacha Guitry. Tiene mucha tela ese personaje: es una aventurera felina y enigmática, de relampagueante astucia, que encarna (con gran aprovechamiento) un inasible y vindicativo fantasma de "lo femenino" -atención a su salvaje monólogo del segundo acto, punto álgido de la actriz-, pero sobre todo una rival que supera, cuestiona y pone del revés los fundamentos de Diderot: no cabe imaginar mayor forma de seducción. Se comprende que el gran engaño final le fascine por su "calidad artística", que acreciente su deseo de seguir "amando y filosofando hasta el amanecer". Hay mucha química en la pareja protagonista, y su pimpón ideológico está muy bien pautado por Bozzo, con un notable equilibrio entre velocidad escénica y claridad de exposición, sin que se pierda un solo entrevero del debate ni decaiga la ligereza del juego, adecuadamente apoyado y amplificado por la aérea escenografía y el elegante vestuario de Montse Amenós. El espectáculo acaba de arrancar y todavía tiene, como es lógico, algunos aspectos que sin duda mejorarán en su andadura. Son, en todo caso, problemas puntuales y menores que no empañan el logro global: creo que convendría frenar la innecesaria gesticulación de Jofre Borrás, que encarna al mensajero de la Enciclopedia, y reducir un poco el perfil caricaturesco, de comicidad antigua, que Bozzo le ha marcado a Marta Millá en el rol de la esposa del filósofo: un papel desde luego exiguo y sin demasiada hondura, pero del que esta actriz puede sacar mucho mejor partido. También puede brillar más Nausicaa Bonnin como la joven Holbach, un personaje más complejo y de mayor calado, que requiere una delicada combinación de ingenuidad y malicia y que no acaba de estar en su punto. Paula Vives lleva a cabo un buen debut teatral como Angelique. A Joseph Mankiewicz, el Mankiewicz de Operación Cicerón y Mujeres en Venecia, le hubiera encantado este Libertino de Schmitt, que puede tener una larga permanencia en cartel.

 

Marcos Ordoñez

Publicaciones

  • En búlgaro, publicado por Lege Artis

En el teatro

  • Alemania: Der Freigeist
    Aachen, Grenzlantheater, 1998-1999
    Augsburg, 1
    Berlin, Schaunbuhne, 1998-1999
    Bonn, Euro Theatre Central, 2005
    Celle, 2000-2001
    Düsseldorf, Theater an der kö, 1999-2000
    Grainau, Kleines Theater Garmisch-Partenkirchen, 2005
    Hambourg, Ernst Deutsch Theater, 1999-2000
    Heidelberg, Zimmertheater, 1998-1999
    Herrlingen, Teaterei, 1998-1999
    Köln, Theater der Keller, 2000, 2002, 2005
    München, Komödie im Bayerischen Hof, 1999-2000
    Saarbrücken, Staatstheater, 2001
    Stuttgart, Altes Shauspielhaus, 1998-1999
  • Bélgica
    Bruxelles, Théâtre le Public, 2004-2005
    Anvers, Raamtheater, 2005
    Bruxelles, Th des Galeries, 2006
  • Brasil
    Sao Polo, 2000-2001
  • Bulgaria:
    Traducción: Snéjina Roussinova-Zdravkova
    Sofia, Teatro Nacional Ivan Vazov
    Sofia, Teatro Municipal Municipal, 2000
    Varna Théâtre
  • Canada : Le Libertin
    Montréal, Festival juste pour rire, juillet 1998
    Québec, Théâtre du Trident, 2006
  • Croacia
    Zagreb, Sati Théâtre, octobre 2005
    Split, Th national, 05/08
  • Dinamarca
    Copenhague, Groennegaards Teatret, printemps/été 2009
  • España
    Madrid, Teatro de la Abadia, 2003
    Barcelona, teatre Poliorama, Sept 2007
    Gira, otoño 2008
  • Estonia
    Tartu, Th Vanemuine, 05/08
  • Francia
    Paris, Théâtre Montparnasse, 1996-1997
    Lyon, Th de l'Anagramme 2005
    Monaco, Th Princesse Grâce, 2007
  • Finlandia
    Traducción de Leo Kontula
    Lahti, City Th, Sept 1998
    Tampere, Labourer's Th
  • Grecia
    Athènes, Roes Theatre Compagnie Saltimbanchi, Oct 2007
  • Hungria
    Veszprem, Petöfi Színház, 02-04
  • Italia: Il Libertino
    Narni, Teatro Communal, 2000
    Milan, Teatro Piccolo, 2001
  • Letonia
    Riga, Th Latvia Dailles, 05/07
  • Lituania
    Klaipeda, Klaipeda State th, 06/09
    Vilnius, Lithuanian Russian Drama, 2005/07
  • Polonia : Libertine
    Traduction: Barbara Grzegorzewska
    Varsovie : Teatr Ateneum, January, 2000
    Kalisz, Teatr Boguslawski, 06/08 + tournée
  • Républica Checa
    Prague, Théâtre Rokoko, 2003, 2005/06
    Brno, Mestskem Divadlo, 2002/04, 2005
  • Roumania
    Bucharest, Théâtre Bulandra, 98
  • Rusia
    St-Petersbourg, Théâtre Bouffes, 2001
    Moscou, Th de Chambre, 2006/09
  • Slovénie: Libertinec
    Nova Gorica, Th Primorsko Dramsko Gledalisce, 2000
  • Suiza germanófona
    Zürich, Schauspielhaus 1997/98

Pasaje

El libertino